Los textos, todos, sin excepción, son unos cabrones. A la que les quitas el ojo de encima, empiezan a decir cosas distintas a las que tú querías.
Traidores.
Sobre todo los míos. Por eso edito y edito y edito y edito y edito…
Los textos, todos, sin excepción, son unos cabrones. A la que les quitas el ojo de encima, empiezan a decir cosas distintas a las que tú querías.
Traidores.
Sobre todo los míos. Por eso edito y edito y edito y edito y edito…