Susana Giner 1 diciembre, 2019

Son las 18:45h. Entrando al bar me cruzo con un chico que sale. Hasta ahí, todo normal, ¿no? Entra y sale gente constantemente, es lo normal, porque si la gente que entra se quedara dentro, tendríamos un problema. 😛
El caso es que el chico ¡va en pijama!, y lleva una chaqueta encima.
Me lo miro de arriba a abajo. Me lo vuelvo a mirar. Me lo miro de nuevo porque quiero cerciorarme de lo que he visto…
Efectivamente, va en pijama. No entiendo mucho de pijamas pero sé que es que lleva es un pijama… de rayitas, de esos de botones delante de arriba a abajo siguiendo el esternón, con cuello de solapas acabadas en pico, no sé si me explico… vamos, un pijama muy rancio de persona mayor, ¡y zapatillas!
Me lo vuelvo a mirar de arriba a abajo y eso es lo extraño, que SOLO YO lo miro de arriba a abajo. Parece que nadie más se ha dado cuenta.
Miro a María y a Diego y les digo, como quien tiene un chivatazo de exclusiva de Pronto: ‘Ey, fijaos… va en pijama!!’.


A ver… no espero que María y Diego den un grito y se maravillen ante el prodigio de tener en el bar un cliente en pijama pero, al menos, una pequeña reacción de sorpresa, ¿no?, vamos, digo yo…

Ellos, que siguen a sus cosas, me miran y procesan mis palabras.

Diego me dice: ‘Ah’, y sigue apuntando cosas en el ordenador.
Y ya.
María ni eso.

¿Qué pasa, que se ha vuelto normal que la gente salga de birras en pijama y zapatillas????

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