Domingo.
Calçotada en la azotea: Amigos, birras, sol, calamares en salsa americana, queso cortadito en tacos, cocktail de encurtidos (nombre in para aceitunas revueltas con cebolletas y pepinillos), patatas al caliu, alcachofas, calabacín, pimiento, alioli de bote, mayonesa de bote, salsa de calçot de bote, ketchup de bote… brazos de gitano de varios sabores, café… y calçots, claro.
Los amigos ponen los calçots y yo las birras y el pan. El sol se puso a sí mismo. El resto lo puso el LIDL pero lo pagamos a pachas.
Los amigos mariposeando por los alrededores de la nevera playera (o termonevera sin grifo ni filtro ni agujero) con el abridor en la mano:
-¡A ver qué cervezas nos has traído hoy…! ¡A ver qué cervezas nos has traído hoy…! ¡A ver qué cervezas nos has traído hoy…! ¡A ver qué cervezas nos has traído hoy…!
Plas, plas, plas, plas… palmotean a mi alrededor.
Voy mirando con el rabillo del ojo las brasas, a ver si con la emoción de las birras vamos a tener un disgusto. Arden calmas pero sostenidas. Bien.
-Ya veréis qué buenas. He traído de muchos tipos.
-A mí me gustan esas que tienen sabor a… a… -dice alguien.
¿?
-Sí, mujer, que llevan una cosa que se llama…
…
-¿Con frutas? –digo yo.
-No, no… eso que llevan que tiene un sabor como…
-No sé… ¿jengibre? ¿cardamomo? ¿cilantro? – pienso en lo más exótico que puede haber probado conmigo.
-No, coño, eso que… sí, joder, como si fuera…
-No te entiendo –me rindo. -Eso que no es la cebada… que parece… -mi amiga empieza a ponerse nerviosa, chasca los dedos y la lengua, a ver si así la palabrita se anima a salir. Pero no funciona: – Eso que parece marihuana, ¡coño!!

-¡Ah, lúpulo!, lo que te gusta es el sabor a lúpulo…
-Eso lúpulo, lú-pu-lo, que no me salía la palabra.
Saco una Domus Aurea de la nevera de chino y la pongo encima de la mesa.
-Prueba esta, te va a encantar.

Mi amiga se queda muy seria. Mira la etiqueta fijamente. Me mira a mí. Vuelve a mirar la etiqueta. Me vuelve a mirar a mí. Está evaluando mi expresión. Eso lo hace siempre que sospecha que le tomo el pelo.
-Yo no quiero – dice y los músculos de su cara construyen poco a poco un asco profundo.
-¿Qué pasa? –le pregunto. No entiendo nada.
-Nada, pero de esa no quiero.
-Pero, ¿por qué?
…
…
-¿No me has dicho que te gusta mucho el lúpulo? –insisto yo.
-¿Domus Aurea? ¿Aurea? ¿Eso no es lo del pis?
…
…
…
-No, mujer, eso es la urea.
…
-Ah, vale, entonces sí quiero.